El diseño fue realizado en conjunto por el Estudio JDV Arquitectos, María Clara Guerra como interiorista y Cuqui Fernández a cargo del paisajismo.

Por Lucía Pozzi.

En un entorno donde la arquitectura de la casa principal se destaca por ser moderna y de líneas simples, se diseñó un bungalow con las mismas características. Una gran losa con vigas invertidas une la casa con dicho espacio, conectado al gran jardín y a la casa, y delimitado por grandes ventanales corredizos que se pliegan y se esconden dentro de los muros.

El diseño fue realizado en conjunto por el Estudio JDV Arquitectos, María Clara Guerra como interiorista y Cuqui Fernández a cargo del paisajismo. Ellos lograron el objetivo de los dueños de casa: un espacio para recibir amigos, disfrutar y no interferir con la vida cotidiana de la casa principal.
Se optó por dejar el parrillero independiente y al mismo tiempo integrado al espacio de estar. En el área de la cocina todo está escondido, -cocina y cava bajo mesada-, enfatizando la organización y la estética visual. Para la mesada se eligió un granito de aspecto pétreo.

La barra está diseñada para tener todo lo necesario ya sea para asados como comidas en reuniones y ocasiones especiales. ¡Se cocina entre amigos! En este ángulo se destacan la madera, la herrería en color negro y las banquetas tapizadas en sunbrella de uso náutico; esto último pensado en los chicos que se sientan mojados al salir de la pileta.

En el comedor, María Clara se inclinó por seleccionar la madera como elemento acogedor en líneas clásicas. Las sillas están tapizadas en cuero color gris oscuro. En cuanto a detalles sobre la mesa, se colocaron dos candelabros altísimos, etéreos y súper elegantes, que no interfieren a la hora de sentarse, comer y conversar entre los comensales.

En el área de estar fue primordial tener en cuenta el poder disfrutar del mismo tanto en invierno como en verano, y por eso la selección de materiales y elementos fueron muy pensados. Estos no solo son resistentes al clima de ambas estaciones; también se pensó en el deterioro que en un futuro iban a tener. De ahí que María Clara se inclinó por el cuero que queda aún más lindo cuando se va desgastando, y por las alfombras persas a las que les pasa lo mismo: ¡cuanto más gastadas mejor!

Un gran espejo se colocó especialmente para reflejar el cantero central de rosas y salvias. El gran paredón donde se colocó la TV, equipos de audio y domótica, un bar, la cava y el guardado de la vajilla, está revestido en tablas de madera.
Aquí mismo se encuentra la estufa a leña de chapa negra. El chispero en color negro se integra a los elementos y materiales minuciosamente pensados.


Las paredes están enteladas en rafia, no solo para lograr que el espacio sea aún más acogedor sino también para mejorar su acústica. En este que es sin lugar a dudas un gran estar, se colocaron tres sofás de líneas clásicas, diseñados a medida y resistentes a manchas. Para el tapizado se optó por el lino total clean, a fin de vivirlos con tranquilidad. Los almohadones de piel de conejo suman textura y calidez. Las mesas se diseñaron en hierro y madera con una pátina gris simulando piedra. El área permitió ubicar dos de iguales dimensiones y con ello lograr más unión, capacidad y comodidad a la hora de apoyar un juego o alguna copa.
La escultura es de Cecilia Mattos, inspirada en los cuadros de Figari. Los candelabros son de cuerno, un detalle que aporta un destello sofisticado. El toque exótico lo genera la banqueta tapizada en cuero de cebra, rompiendo con la simetría de la distribución general del equipamiento.


Las cortinas son venecianas de madera motorizadas que se esconden totalmente una vez levantadas en el cielorraso, favoreciendo el objetivo primordial de entablar contacto visual con el jardín. Todo oculto para no interferir la vista. Las cortinas, los parlantes y las rejillas de aire acondicionado también se esconden.


Para la iluminación artificial se colocaron dicroicas con leds cálidas dimerizables, focalizando la luz en las mesas centrales y la mesa del comedor. Para complementar, dos lámparas con grandes pantallas forradas en lino. Lo mágico es que toda la iluminación está integrada a un sistema de control inteligente, fundamental para determinadas horas y momentos de encuentro y de uso de los espacios, permitiendo una ambientación óptima.

Exteriores:
Dos grandes ventanales fijos, a los costados del volumen central de madera, rematan en unos patios secos, con grandes macetas negras esmaltadas y palmeras.